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Cipriano Flores

Autómatas en la política Por. Cipriano Flores Cruz

En varias ocasiones no es explicable la actitud, voluntad y decisiones de los políticos, sus acciones no son explicables desde la lógica de las cosas, la gente le atribuye a cierta locura, derivaciones de sus personalidades dicen los psiquiatras.

Que tienen la firme voluntad de hacer las cosas correctas pero en lo concreto, hacen otra cosa. Como que sus acciones están más allá de sus decisiones.

Por lo anterior, se puede sostener que el libre albedrío no existe.  Desde luego, tan solo esta posibilidad debe ser motivo de alarma y de preocupación del ser humano. La inexistencia del libre albedrío hace que nuestra voluntad, no sea obra nuestra.

 Por eso, a los políticos no se les puede culpar de las decisiones que toman. Sé que plantear esto es también una locura. Sus pensamientos y sus intenciones surgen de causas de fondo que no se percatan y sobre las que no tienen control consciente. Sencillamente no tienen la libertad que pensamos que tienen.

Qué hacen y porqué, en el fondo es un misterio, parece que las leyes de la naturaleza y el anterior estado de la naturaleza tiene que ver con este asunto. El actuar del ser humano, sin razón aparente, de donde surge la maldad y los pecados, esto no podía ser explicado por la religión puesto que Dios hizo al hombre a su idea y semejanza, era incoherente que el hombre pudiese ser malo, como hijo de Dios tenía que ser perfecto.

Esto obligó a San Agustín plantear el asunto del libre albedrío, las cosas que el hombre decide son del hombre no de Dios. Pero ahora resulta que la voluntad no es de pleno dominio del hombre. La neurología está casi dispuesta para hacernos creer en la ilusión de que actuamos libremente.

Pero en la realidad, parece que así es, los actos y pensamientos humanos, por lo tanto, de los políticos, son el resultado directo del cableado de las neuronas y del estado del cerebro.

Esto es verdad, cuando nos detenemos a pensar que en nuestro cerebro existen muchos procesos, algunos opinan que millones, que no controlamos, tal como no controlamos nuestros latidos del corazón ni la respiración. Prácticamente no decidimos lo siguiente que vamos a pensar, el pensamiento simplemente ocurre y ya.

La cuestión es más problemática si pensamos que nuestras decisiones, por tanto, las decisiones de los políticos, no surgen de la consciencia, ocurren en ella. Sé que este planteamiento nos llena de dudas, a usted y a mí, sin embargo, en mis próximas entregas seguiremos abordando el tema desde el cerebro humano.

En nuestra praxis de existencia no sabemos qué pretendemos hacer hasta que surge la intención. Por eso, para los políticos les es difícil explicar sus acciones en lo inmediato. Las acciones de los políticos hablan de la clase de persona que es, pero no sabemos de dónde viene ni el motivo de sus decisiones, esta es la cuestión.

De verdad, es fácil elaborar las causas después de los hechos que nos ayuda a poner orden en la mente y a ofrecer explicaciones, sin embargo, la situación es que no sabemos por qué somos como somos, mucho menos podemos explicar el ser de los políticos.

Estas tesis así planteada es un verdadero reto para la Ciencia Política y demás ciencias de la conducta. Qué pasa realmente en el cerebro humano. Toda esta  reflexión nos conduce a plantear el problema de la libertad, es decir, qué tan libre son los políticos para su toma de decisiones.

Para empezar, podemos decir que son libres sólo si es posible que puedan actuar de otra manera, es decir, la existencia de alternativas, y sólo si son los causantes últimos de la acción. He aquí la problemática.

Es justo reconocer que el libre albedrío nació de la religión, con el objeto de ofrecer consuelo en el alma humana. Sin embargo, el karma se presenta creamos o no en la libre voluntad.

La consecuencia de negar la existencia  del libre albedrío es que los políticos aparecen como máquinas sobredeterminados, esto debe ser motivo de preocupación.