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Cipriano Flores

El cargo público no es todo – Cipriano Miraflores

 

 El político es un ser humano que tiene una inmensidad de relaciones, es un ser de relaciones,  para practicar bien sus relaciones debe tener la conciencia o luz de la inteligencia para distinguir el bien del mal; voluntad, para que pueda tender hacia el bien; la virtud que es la fuerza del alma, por lo que supera los obstáculos.

El político debe amar el estudio para aplicar su inteligencia en la aplicación de la ley del deber y estará muy cerca de alcanzar la ciencia moral. Si se esfuerza en cumplir con todos sus deberes, se hallará muy cerca de todos los reconocimientos, pues ha renunciado a su conveniencia personal para buscar la felicidad de los demás.

También debe reconocer sus debilidades para el perfecto cumplimiento de sus deberes morales, se halla cerca de alcanzar la fuerza de ánimo necesaria para superar cualquier obstáculo  que se le interponga en su camino hacia el éxito. El político debe asimilar profundamente lo último que ha aprendido y aprender siempre nuevas cosas, sólo de esta manera puede ser guía de los ciudadanos y de otros políticos.

 ¿A quién puede ser calificado de buen político? Es aquél que se entrega a todos y con todos es justo, carece de egoísmo y de parcialidad. El que primero pone en práctica sus ideas y después lo predica a los demás lo que él ya realiza. El político debe alejarse de la vulgaridad que es carácter del egoísta.

En algún momento de su vida el político llegase a ocupar un cargo, deberá hacer lo siguiente:

a.- Debe aprender a escuchar sin descanso para disipar cualquier duda.

b.- Debe medir bien sus palabras, para que nada de lo que diga sea superfluo, sólo de esta manera evitará todo error.

c.-  Debe procurar observar todo, para prevenir los daños que pudiera producir una insuficiente información.

d.-  Debe aprender a controlar sus acciones para no tener las consecuencias de las malas decisiones.

e.-  No debe discutir ni pelearse con nadie. Delibera cuando es necesario aclarar los asuntos, siempre terminar cualquier deliberación en buenos términos.

 El político no debe sentir inquietud y desesperación por no ocupar un cargo público, pero si debe preocuparse por no tener los merecimientos necesarios para ocuparlo. No ser conocido no debe ser mayor preocupación, lo más importante es ser conocido y no tener los merecimientos necesarios para ocupar el cargo público.

En nuestro tiempo es menester una moral pública para superar nuestras debilidades.