¿Qué pasó con la CNTE?
Por Fernando Cruz López
En otros años, el mes de mayo era sinónimo de efervescencia magisterial. Las calles de Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Michoacán eran ocupadas por decenas de miles de maestros de la CNTE, con plantones, marchas, bloqueos y un discurso combativo contra el “régimen neoliberal”, la “mal llamada reforma educativa” o cualquier intento de regular su poder sindical. Sin embargo, algo ha cambiado. Este 2025, el pretendido “paro nacional” anunciado por la Coordinadora apenas movió algunas piezas en el tablero. No hubo la marea humana de antes. No hubo el rugido de las protestas, solo un silencio extraño.
¿Qué pasó con la CNTE? ¿Por qué este año su movilización fue tibia, casi simbólica? Las respuestas no son sencillas, pero sí reveladoras.
Una hipótesis que resuena con fuerza entre el magisterio oaxaqueño es que el actual gobierno federal, encabezado por Claudia Sheinbaum, logró lo que otros no: apaciguar a la CNTE sin enfrentamientos ni discursos incendiarios. ¿Cómo? Tal vez con la fórmula más antigua de la política mexicana: recursos, concesiones y diálogo preferencial. Lo que para algunos es gobernabilidad, para otros es simplemente “llegarles al precio”.
Desde la llegada de la 4T al poder, la CNTE ha sido tratada con guantes de seda. Se les ha dado prioridad en mesas de negociación, se les ha entregado el control de plazas, presupuestos educativos regionales y hasta ciertas canonjías administrativas que antes se disputaban con el SNTE. Y aunque en el discurso siguen criticando al sistema, en los hechos su combatividad ha disminuido considerablemente. ¿Acaso la Coordinadora perdió su espíritu insurgente al verse integrada al aparato que solía combatir?
Otra posible causa es el desgaste interno. Años de movilizaciones, divisiones internas, luchas de poder entre corrientes, han erosionado su capacidad de convocatoria. Ya no todos los maestros se sienten representados por los líderes sindicales, muchos de los cuales han sido acusados de perpetuarse en el poder y negociar en lo oscuro.
En este contexto, el silencio de la CNTE no es casual, es sintomático. Nos habla de un movimiento que se ha institucionalizado, que ha sido cooptado o que ha perdido rumbo. Sea cual sea la causa, el hecho es que hoy el magisterio disidente ya no es el actor temido de otros tiempos. Y eso, lejos de representar un avance educativo, debería ponernos en alerta: cuando el poder se compra o se desgasta, la educación pública sigue siendo la gran perdedora.
¿El gobierno federal logró pacificar a la CNTE? Tal vez. ¿Fue a cambio de qué? Esa es la verdadera lección que aún no se enseña en las aulas…Sígame en X como @visionpolitica7