Por Fernando Cruz lopez.
Todos los días nos enteramos casos de abusos cometidos por los inspectores municipales de la ciudad de Oaxaca, quienes se ensañan con indefensas mujeres vendedoras de artesanías, a quienes no sólo les han robado su mercancía sino que incluso las han llegado a golpear.
Y es que en la capital del estado los inspectores municipales se han convertido en sinónimo de abuso, violencia e impunidad. En lugar de representar la autoridad que protege el orden y el bienestar ciudadano, se comportan como lo que en realidad son, porros y golpeadores habilitados como empleados municipales, que actúan con brutalidad contra los más indefensos: las mujeres artesanas que venden en la vía pública, muchas veces como único medio para alimentar a sus familias.
Las escenas son recurrentes: mujeres indígenas, muchas de ellas de comunidades zapotecas o mixtecas, que llegan a la ciudad con sus canastos de textiles, sus collares, sus bordados… y son brutalmente agredidas por inspectores que les arrebatan la mercancía como si fueran criminales. ¿Qué clase de autoridades municipales tenemos en la capital del estado, que permiten que sus inspectores actúen con tanto abuso y violencia contra los indefensos artesanos que lo único que quieren es ganarse el pan diario.
A plena luz del día, los inspectores actúan con una ferocidad que avergüenza. Corren, empujan, gritan, arrastran a mujeres humildes, sin importar si están con sus hijos o si lloran mientras les quitan sus productos. Todo esto ocurre mientras el gobierno municipal morenista, el mismo que presume ser diferente a los del Pri, guarda un silencio que también es violencia.
El argumento oficial siempre es el mismo: “ordenar el comercio en la vía pública”. Pero nadie ordena golpeando. Nadie dignifica persiguiendo. Y mucho menos se construye gobernabilidad reprimiendo al eslabón más débil de la cadena social.
Es legítimo que el municipio busque regular el uso del espacio público. Pero esa tarea no puede ni debe hacerse a través del abuso de poder, la humillación pública o el robo institucionalizado de la mercancía de mujeres que no están cometiendo un delito, sino simplemente intentando sobrevivir.
El rostro de Oaxaca no puede seguir siendo el de inspectores corriendo a señoras de la tercera edad que venden bordados. No es ese el orden que necesitamos. El orden sin justicia es solo una forma más refinada de la represión…Sígame en X como @visionpolitica7