OAXACA, Oax. (sucedióenoaxaca.com).- Allá por los años setenta y ochenta aparecieron en Oaxaca decenas de mujeres misioneras que, alentadas por los nuevos aires de la iglesia católica, tras el Concilio Vaticano II, se dispersaron por pueblos originarios del estado para «encarnar el evangelio», es decir, evangelizar a través de acciones profundas como devolver su dignidad a las mujeres, mediar en conflictos limítrofes, y hasta curar enfermos. En resumen, para procurar mejores condiciones de vida para sus habitantes.
La labor de estas mujeres, amorosa pero anónima, rebelde pero silenciosa, libertaria pero pacífica, feminista pero invisibilizada, fue lo que movió a María Teresa Cruz Martínez, consultora especialista en derechos de las mujeres y feminista, para elaborar un trabajo no solo documental, sino también cargado de gratitud, para aquellas mujeres que después de haber sido misioneras, «apóstolas», «párrocas», fueron expulsadas por la iglesia o, como dijo el sacerdote Manuel Arias, «por quienes se sentían dueños de la iglesia».
«El objetivo del libro fue dar visibilidad a las misioneras, recuperar la memoria histórica de su participación, pero la razón más importante es la gratitud. Gratitud por sus tareas, por sus pasos en esta tierra, por los caminos que ustedes abrieron, por los acompañamientos y por la búsqueda de mejores condiciones de vida para ellas y ellos que encontraron en ustedes el rostro femenino de la diosa», expresó María Teresa Cruz.
El libro, que contiene los testimoniales de misioneras Franciscanas algunas, y Catequistas de los Pobres otras, se titula FloreSer en el surco oaxaqueño, señales manifestadas a través de la experiencia de las mujeres misioneras en Oaxaca: Una fuente epistemológica para la Teología Feminista, y se presentó el pasado martes 31 de enero en el patio de la Casa de Protección a la Joven, un espacio donde desde hace más de 50 años mora la sororidad cuando aún este vocablo no existía.
El público asistente escuchó en voz de sus protagonistas, historias que hasta ahora salen a la luz pero que en los años ochenta y noventa dejaron honda huella en comunidades indígenas sumergidas en la pobreza, la violencia, y el olvido oficial, como Ixtayutla, Lachiguiri, Amoltepec, Chicahuaxtla, Yatee, Yalálag, Camotlán, Putla, Pinotepa y Zaniza, solo por mencionar algunas.
Las religiosas Lupita Reyes, Soco Fragoso, Meche García Lara, Cuca Castrellón y Lupita Solís recordaron acontecimientos que rayan en lo milagroso, dignos de un libro cada uno, pero que por lo pronto, forman parte de un conjunto que viene a mostrar lo que ellas aportaron a los pueblos originarios, y lo que estos les enseñaron a ellas, y que finalmente fue decisivo para que se quedaran a vivir en Oaxaca, donde alentaron la formación de organizaciones civiles que hasta la fecha pugnan por la dignidad de los pueblos, la defensa del agua y el territorio, y la custodia de su cultura.
Por video llamada desde Alemania, Margit Eckolt, presidenta de Intercambio Cultural Alemán Latinoamericano (ICALA), organización que becó a María Teresa Cruz para la realización del libro, expresó su beneplácito por el proyecto que muestra las voces de las religiosas que aparecen en el libro, quienes habían sido invisibles y silenciadas aun cuando su misión «llegó al corazón de las personas».
Manuel Arias Montes, Presidente de ICALA Oaxaca, reseñó la historia desde la llegada de un centenar de misioneras, alentadas por el Arzobispo Bartolomé Carrasco Briseño, su labor en comunidades indígenas hasta su expulsión de la iglesia, y la continuidad de su mística fuera de la institución eclesiástica que manifestó su machismo, dijo.
La vicepresidenta de ICALA Oaxaca, María Cristina Salazar, expresó su agradecimiento a las religiosas «por mostrarnos el rostro femenino de Dios, sirva este libro como un homenaje a tan valiosa existencia y presencia suya», concluyó.
Ante una nutrida asistencia entre la que figuraron religiosas, sacerdotes, activistas defensores de los derechos humanos, de la equidad de género, artistas y académicos, representantes de una sociedad civil proactiva y fraterna, María Teresa Cruz fue hilvanando sus comentarios con los testimoniales de las religiosas y música de la Guelaguetza, para cerrar con el himno de las y los oaxaqueños, «Dios nunca muere».
Entre otras personalidades que asistieron a la presentación de FloreSer en el surco oaxaqueño estuvieron la académica Nancy Farris, la coordinadora de la Red de Mujeres de la Costa de Oaxaca y del Colectivo Mujer Negra A.C., Yolanda Camacho Calleja; el ex Pastoralista de Juventud Joaquín Robles Mora, la presidenta del Comité de Participación Ciudadana, Reyna Santillán; el dramaturgo y director teatral Pedro Lemus, la pianista Dula Cedillo, el violinista Daniel Cruz, y el Círculo de Rulfianas, lectoras de la Ciudad de México, por mencionar algunas.